domingo, 5 de abril de 2009

EL BOLSO


El bolso es un apéndice anatómico del cuerpo humano, que neutro en su género tiene, sin duda, una apetencia por lo femenino; observemos si no el nombrecito,”mariconera” que se otorgó al artilugio que los hombres, allá por los años 70, empezaron a utilizar como un signo, creo recordar, de modernidad.

Los bolsos, a grandes rasgos, pueden ser en cuanto a su tamaño pequeños, medianos o grandes y su cavidad única o bien estar configurada por múltiples espacios separados entre sí, cerrados a su vez cada uno de ellos por una cremallera o simplemente separados por un repliegue de tela, en cuanto a la portabilidad los hay estáticos, que colgados del antebrazo, se mantienen pegados al cuerpo, rígidos como suelen ser sus propietarias, los hay dinámicos, en “bandolera” que podemos ver cruzados como cananas o semi abandonados en el hombro, dependiendo del estado anímico y /o del lugar por donde se transita y por último, para complicar más las cosas, de unos años a esta parte han aparecido las mochilitas.

Después de esta descripción parece lógico, que dada la gran cantidad de tipos de bolsos, se puede escoger el que mejor cubra nuestras necesidades y que al mismo tiempo sea práctico, pero esto es algo imposible, una de las características de los bolsos es que ninguno reúne las propiedades que pueden hacer de él el bolso perfecto y por ende convertirse en motivo de satisfacción para su dueña. Porque, ¿qué le pedimos a un bolso? Le pedimos capacidad para poner lo necesario, lo innecesario y lo por si acaso y además que encontremos lo que buscamos con rapidez, fácilmente. Y esto, justamente esto, es lo que malogra lo que podría llegar a ser una relación perfecta dada la intimidad física y anímica que se establece entre dicho artilugio y la propietaria.

Los bolsos pequeños son especiales para las amantes de lo minimal, pero la paciencia debe ser un requisito indispensable para estas usuarias. He visto filigranas para poder colocar en él todos los elementos que cabrían en un bolso de tamaño mediano o grande, sin embargo, el problema no reside en esta primera fase, el problema surge por ejemplo cuando al subir al autobús debes pagar el billete y mientras el dedo se pelea por llegar a la parte inferior del bolso donde poder hacer palanca para que salga el billetero, sientes en la espalda la presión de diez ojos que taladran y ves los movimientos impacientes del conductor. y por la noche...... cuando llegas a casa del cine, estás en el portal, te ha parecido ver una sombra extraña y las llaves están debajo de la agenda, de las gafas de sol y del billetero? Horrible, mejor un bolso con muchos departamentos bien delimitados para poner las cosas ordenadamente. Ésta parece la solución ideal ¿verdad?, pues no, o cuando menos no para todas, sólo para aquellas mujeres súper ordenadas que siempre saben donde ponen las cosas y que además siempre las colocan en el mismo sitio, de lo contrario la escena se repite, pero esta vez abriendo y cerrando cremalleras; si se buscan las llaves en el compartimiento lateral izquierdo y no las encuentras vas al derecho, luego al posterior, al anterior y por último al central, con el peligro de que con las prisas se pellizque el forro del bolso y en un ataque de desesperación decidir vaciarlo para, finalmente, ver que están ahí, mirándote, justo detrás del monedero. ¿Y qué decir cuando suena el móvil en uno de estos bolsos “multi camarales”? es una de las peores experiencias que se pueden tener, empieza a sonar la musiquita y con mano segura vas al departamento que ya han diseñado especialmente para móviles, pero no, no está ahí, buscas en el de al lado, y el ta ra ra sigue sonando, sonando, eres consciente de que el tiempo se acaba, que en segundos saltará el contestador y cuando al fin vencedora logras asir el móvil se hace el silencio, qué frustración, qué sentimiento de ridículo, una vez más el bolso ha ganado la partida.

El bolso saco, el bolso saco de éste mejor no hablar, al ser el de mayor tamaño cabe absolutamente todo y cuando digo todo digo todo, las gafas de sol y de leer, la agenda, el billetero, el monedero, el móvil, las llaves, la cámara fotográfica, la libreta, el libro y un largo etc que queda cubierto por la trampa mortal del por si acaso......(lo necesito), se imaginan buscar algo por ahí dentro y encontrarlo con prontitud? Este bolso solo es recomendable para aquellas mujeres que dispongan de todo el tiempo del mundo para dedicarlo a la busca y captura de enseres o bien con tal grado de paciencia que puedan resistir la tentación en un momento dado de vaciar su contenido en el primer contenedor que encuentren.

Sin embargo y a pesar de todos los inconvenientes me encantan los bolsos!!!!!!!

1 comentario:

Montserrat Gallart dijo...

Lola, ¿qué te parece si conseguimos diseñar el bolso de nuestra vida? A lo mejor arreglamos nuestra jubilación. Veo que sigues escribiendo bien. Besos.Concha