Desde hace ya algunos días, una carita sonriente me persigue allá donde voy. Todo empezó estando yo en el ordenador, un día de esos en los que el aburrimiento te hace pasar de una cosa a la otra, sin ton ni son, y en los que el ratón saca humo de tanto baile. En un extremo de la pantalla apareció esa carita a la que en principio no presté demasiada atención, cosas de la publicidad, vete a saber que te quieren vender con ese reclamo.
El dedo escoba que todo lo barre, ya por pura inercia, apretaba el botoncito de hacer desaparecer estorbos y dale que dale, la carita sonriente se empeñaba en acompañarme. Yo que soy de naturaleza pacífica, finalmente, le di cabida en mi vida. En fin, que fue el inicio de una gran amistad u obsesión, se mire como se mire.
El caso es que se fijó en mi mente de tal manera, que la veía en todas partes y a cada momento. Ahí estaba en mis noches de insomnio, también aparecía en los momentos más inesperados, yendo al trabajo, en el metro, en la panadería. Sin saber porqué, a mi alrededor todo eran caritas sonrientes. Andando por la calle, el otro día, me encuentro una familia de color chocolate y vestidos multicolores. Pues todos, todos, lucían la carita sonriente de dientes blanquísimos.
Perpleja y un poco abochornada, aceleré el paso hacía mi casa. Necesitaba recapacitar. Mientras esperaba que cambiara el color del semáforo, miré distraídamente hacia un aparador de una tienda de regalos. Caramba! Otra carita sonriente, me acerqué un poco más…. pero si soy yo!!!!!
El dedo escoba que todo lo barre, ya por pura inercia, apretaba el botoncito de hacer desaparecer estorbos y dale que dale, la carita sonriente se empeñaba en acompañarme. Yo que soy de naturaleza pacífica, finalmente, le di cabida en mi vida. En fin, que fue el inicio de una gran amistad u obsesión, se mire como se mire.
El caso es que se fijó en mi mente de tal manera, que la veía en todas partes y a cada momento. Ahí estaba en mis noches de insomnio, también aparecía en los momentos más inesperados, yendo al trabajo, en el metro, en la panadería. Sin saber porqué, a mi alrededor todo eran caritas sonrientes. Andando por la calle, el otro día, me encuentro una familia de color chocolate y vestidos multicolores. Pues todos, todos, lucían la carita sonriente de dientes blanquísimos.
Perpleja y un poco abochornada, aceleré el paso hacía mi casa. Necesitaba recapacitar. Mientras esperaba que cambiara el color del semáforo, miré distraídamente hacia un aparador de una tienda de regalos. Caramba! Otra carita sonriente, me acerqué un poco más…. pero si soy yo!!!!!
1 comentario:
Pilar, tus escritos me hacen pensar y me alegran la vida.
Gracias.
Viky
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